Página/12 Special
Página/12:
Ya no ser preso y seguir siéndolo
LA JUSTICIA HABIA ORDENADO SU LIBERTAD, PERO SEGUIAN PRESOS POR AÑOS
La Unidad Neuropsiquiátrica 10 del Servicio Penitenciario Bonaerense mantenía a 16 personas entre rejas sin que hubiera disposición penal que lo sostuviera. El defensor platense Omar Ozafrain presentó un hábeas corpus y la Cámara ordenó la inmediata libertad. En dos casos se abrió una causa penal por privación ilegal de la libertad.
Por Horacio Cecchi
Lunes, 07 de Agosto de 2006
El 5 de julio pasado, el defensor general de La Plata, Omar Ozafrain, presentó un pedido de hábeas corpus. No fue la primera vez ni será la última en que lo haga. La solicitud –a la que Página/12 tuvo acceso– fue realizada ante la Cámara de Apelaciones platense en favor de 18 presos, internados en la Unidad 10, uno de los dos neuropsiquiátricos penales de Melchor Romero. Lo curioso del caso es que el pedido se refería a un maltrato extra al que suelen ser sometidos los internos: estaban presos pero no debían estarlo porque ya había cesado la intervención penal sobre ellos. La respuesta de la Cámara de Apelaciones platense fue rápida y no dejó lugar a dudas: ordenó la libertad inmediata o la derivación al tribunal de familia en 16 de los 18 casos. Y en dos casos, inició una causa penal por privación ilegal de la libertad.
“Advertimos que había un número importante de personas internadas y que no estaban a disposición de jueces penales –señaló Ozafrain–. En el mejor de los casos habían sido puestos a disposición de tribunales de familia, pero las medidas penales habían cesado por lo que no debían permanecer un minuto más en prisión.” En pocas palabras, técnicamente eran 16 personas secuestradas.
La situación da la pauta de que en las prisiones lo que por definición debería ser totalmente irregular es de una regularidad asombrosa. Para el caso, la defensoría de Ozafrain no se enteró de semejante situación porque hubiera recibido ningún informe del SPB sino porque, de casualidad, descubrieron una anomalía en la situación de un preso que correspondía a su defensoría: el juez había dispuesto la cesación de la causa penal hacía casi un año y había pasado al ex interno a disposición de la justicia civil, que no disponía ninguna resolución. “Cuando comprobamos la situación pedí un informe en esa unidad para ver si nos encontrábamos con otros casos iguales”, señaló Ozafrain. La secretaria de ejecución Fabiana Ripani fue la encargada de recibir los datos. “Nos pasaron 17 casos más, de diferentes jurisdicciones, en las mismas condiciones –dijo Ripani a este diario–. Dos de ellos estaban mal pasados porque debían permanecer en un penal.” En total, 16 presos no debían serlo y lo seguían siendo.
Se presentó entonces el hábeas corpus en el que Ozafrain mencionaba dos tipos de casos: los que seguían presos “invocando decisiones del poder administrador”, que en términos legales “constituye un agravamiento ilegítimo de su privación de libertad”, y aquellos en los que pese a estar a disposición de tribunales de familia, éstos no tomaban decisión alguna y los “ciudadanos libres” seguían siendo ciudadanos presos en el olvido.
La respuesta de la Cámara de Apelaciones no se hizo esperar. Entre el 20 y 21 de julio, los camaristas respondieron por cada caso en particular y en 16 de los 18 casos (dos estaban mal informados por el SPB) ordenó la inmediata libertad. En un caso, el juez penal había cesado la causa el 5 de febrero de 2004 y había quedado a disposición de la justicia civil, que ordenó el traslado a la colonia Cabred de Open Door, pero al 28 de septiembre de ese año aún no había cama. Los psiquiatras decían, además, que no revestía peligrosidad. “Que en el hospital de Open Door no existan camas para efectivizar la medida judicial ordenada no resulta razón suficiente para mantener al causante ilegalmente privado de su libertad”, sostuvo la Cámara.
En otro caso, se descubrió que en julio de 2002 se había dispuesto el sobreseimiento total de un preso por inimputabilidad. El juez ordenó que fuera mantenido en una seccional pero no dispuso medidas de seguridad. La Cámara dedujo con buen criterio que si no había medidas de seguridad ordenadas su detención resultaba ilegal.
Y en otra causa, la medida penal había cesado en marzo de 2003 y dos años más tarde se pedía cama para internarlo en los hospitales Alejandro Korn y Neuropsiquiátrico de Necochea. Pero la cama nunca apareció. Con lo que, o bien los presos seguían siéndolo por desidia del SPB, o bien por una supuesta ausencia de cama (ambos casos están bien ejemplificados por la historia de Lali Vázquez, (ver nota aparte), o bien por desidia de la Justicia civil.
La gravedad de la situación llevó a Ozafrain a distribuir durante una reunión de todas las defensorías de la provincia un listado de los presos que no debían serlo. Los había de las más diversas jurisdicciones.
Una buena cantidad de los que deberían estar libres o internados pero jamás presos lo siguen estando por una razón bastante simple y poco exteriorizada por las autoridades: son presos que es lo mismo que sostener que nadie los quiere. “Si a los presos nadie los recibe cuando salen libres –señaló una fuente judicial–, imagínese a los que además vienen de un penal neuropsiquiátrico.”
Muchas veces, el juez hace cesar la pena, el SPB pide cama por orden de la Justicia civil y la cama no aparece. “La Dirección de Salud Mental del Servicio Penitenciario tiene los recursos humanos necesarios para determinar por sí misma una externación directa sin necesidad de derivarnos a los hospitales públicos para que lo hagamos nosotros”, dijo a este diario una fuente jerárquica de uno de los neuropsiquiátricos provinciales dependientes del Ministerio de Salud.
La misma fuente señaló que desde octubre se coordinó con la Dirección de Salud Mental del SPB la conformación de juntas que fueran determinando la internación o no de cada uno de los ex presos derivados. La junta se reúne y funciona pero tampoco da abasto. “En muchos casos mantienen su conducta carcelaria y se hace imposible internarlos. Si llegaron a matar a algún paciente...”, aseguró la fuente.
Las sospechas de Ozafrain dejan suponer que los de la U10 son apenas la punta de un iceberg. Más allá de burocracia, desidia o falta de camas, el estigma del ex preso está vigente.
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Lo de Cuba es cosa nuestra
Por Eduardo Aliverti
Lunes, 07 de Agosto de 2006
El periodista piensa, sólo, en esa gente (la mayoría, es probable) que no termina de desentrañar de qué lado ponerse.
Esa gente es la que por un lado simpatiza o se admira con los irrebatibles logros cubanos en la salud, la educación, el hambre cero, indicadores del más alto estándar de vida igualitario de toda América. Y que por otra parte no entiende y se lamenta de las restricciones a la libertad, de la prensa oficial, del partido único, del líder absorbente. Como las conquistas de la revolución no están en duda posible, ni siquiera desde la derecha más recalcitrante, lo criticado por la negativa invita a sumergirse exclusivamente allí para determinar qué tan cierto es eso de las libertades restringidas. O más bien: cuánto de más restringidos están los cubanos que la generalidad de los pueblos del mundo entero. El problema es que eso tampoco conduce a nada porque se transforma en una polémica bizantina, atravesada, gracias a la prédica de los grandes medios de comunicación (el poder, bah), no por cómo están las mayorías, sino por cómo las mayorías se imaginan que están. El emblema insuperable de ese aspecto es la libertad para salir del país. No todos los cubanos pueden hacerlo, es cierto. El “régimen” establece que al cabo de haber solventado todas las necesidades básicas de un ciudadano, éste no debe poder irse cuando mejor le plazca siendo que el Estado invirtió en su formación como se debe. Aun cuando esa decisión parezca entre cuestionable y horrorosa, no resulta invalidada la pregunta de adónde diablos pueden irse, si lo quisieran, las millonarias masas de miserabilizados del mundo. Las chicas o señoras que limpian en nuestras casas, ¿a dónde puede irse? ¿A dónde pueden irse empleados de medio pelo, negreados, jubilados, taxistas, maestros? ¿Cómo es la libertad esa? ¿Y cómo es el pluripartidismo ese en el que con mucha suerte y viento a favor apenas se conoce a los candidatos mostrados por la televisión? Sin embargo: discusión sin destino. El capitalismo trabaja y sigue siendo exitoso gracias a los imaginarios que construye. Es entonces inevitable que Cuba sea juzgada como la justicia social sin libertad, y todas los demás como sociedades con injusticias pero enteramente libres. Artículo tercero, de forma. Proclámese y archívese. No entremos en ésa, dicen estas líneas acerca de sí mismas.
Preguntémonos, sí, qué es lo que tanto molesta de esa isla que no molesta de los chinos, y que no molestó ni molestará de cuanta dictadura hubo y vaya a haber mientras satisfaga los grandes negocios de los bloques de poder. ¿Qué es lo que en verdad no se soporta de Cuba? ¿Que la oposición sólo pueda darse dentro de su sistema, dicho desde una Casa Blanca cuyo jefe sostiene que se está “con ellos o contra ellos” y en nombre de lo cual han desatado masacres e intervenciones de escala planetaria? ¿Que no haya democracia, visto desde regímenes donde sólo los ricos y los aparatos partidarios conservadores pueden tener chances electorales? ¿Que no haya prensa “libre”, denunciado por los monopolios y oligopolios de prensa donde el único culto que rige es la razón del interés comercial? ¿Eso es lo que molesta de Cuba? ¿Eso es lo que verdaderamente nos debe importar de Cuba? ¿Se está hablando de Cuba hasta por los codos porque podría estar muriendo su dictador y renaciendo la libertad o porque hay el regocijo de que la libertad pueda volver a transformarla en el prostíbulo de los yanquis?
Tengamos honor intelectual. No puede caerse así como así en la banalidad de decir que lo insoportable de Cuba es su falta de libertad. A los tilingos que piensan sin más de ese modo les cabe la inmortal frase de Anatole France: “Todos los pobres tienen la libertad de morirse de hambre bajo los puentes de París”. Lo insoportable de Cuba es que ha demostrado que se puede otra cosa. Que se puede resistir, y en soledad, al imperio más formidable de la historia. Que hay una vida con dificultades inmensas pero en la que todos los habitantes tienen garantizado el alimento, el estudio, la medicina, la universidad. Y lo peor, lo más intolerable, es que esa subsistencia, objetivamente heroica, se convirtió en y continúa siendo un faro para los luchadores sociales de todo el mundo; y en particular para el movimientismo y las utopías del patio de atrás. Allí donde haya el escándalo de un desnutrido, de un analfabeto, de enfermedades de la miseria, de una diferencia de clases insultante, de escuelas y hospitales que se caen a pedazos, de cifras espantosas de mortalidad infantil, de viejos abandonados, de pibes enloquecidos por la droga, allí se eleva contra las castas del privilegio el fantasma de Cuba. Y el riesgo es que siga elevándose, hasta que no quede nadie, ni un solo imbécil, que mientras lleva una vida de mierda cuestiona que en Cuba no hay democracia.
De que los cubanos puedan resistir depende que no desaparezca una de las experiencias de liberación más concretas y fascinantes de la historia americana. Si los yanquis vuelven a desembarcar allí, cada oprimido de este mundo habrá de quedarse sin el más real de sus faros. Eso es grave, por mucho que a poco de andar quedara demostrado lo terrible de la recolonización.
Y por eso, esa cosa de Cuba es cosa nuestra.
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En la isla hubo calma y garantías
La iglesia cubana advirtió que no apoyará una intervención extranjera y la jefa de la Cancillería de Bush descartó una invasión.
Lunes, 07 de Agosto de 2006
A una semana de cumplir 80 años, la salud de Fidel Castro sigue siendo un misterio. Sus dos mayores amigos y aliados de la región, los presidentes venezolano y boliviano, Hugo Chávez y Evo Morales, intentaron tranquilizar al mundo y a millones de cubanos al asegurar que el comandante está mejor. En la isla, fue un día de calma y garantías. Mientras que la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, aseguró que no planean una invasión, la Iglesia Católica cubana –la única institución con presencia nacional además de las del régimen– advirtió que “jamás” apoyará una intervención extranjera. Estas garantías fueron acompañadas por nuevas declaraciones y actos de distintas asociaciones y grupos sociales cubanos, en los que reafirmaron su lealtad a la Revolución, a Fidel y a su hermano menor y nuevo líder transitorio, Raúl Castro.
Ayer, en todas las misas se leyó un mensaje de la Conferencia Episcopal pidiendo a los creyentes que rezaran para que Dios ayude al veterano dirigente cubano en su enfermedad e ilumine a las personas que lo han sucedido temporalmente en el poder. Uno de los grupos opositores más reconocidos de la isla y que mantiene una relación estrecha con la Iglesia, las Damas de Blanco, aprovecharon este mensaje para hacer su propio pedido. Para Raúl pedimos “que Dios le confiera sabiduría, para que por lo menos mientras esté en el poder conduzca al país con paz y que no haya ningún problema y que haga un gesto de soltar a los presos”, aseguró Laura Pollán, una de las líderes del grupo, creado por las esposas de los detenidos políticos del régimen comunista.
En el día de ayer continuaron llegando a La Habana los mensajes de solidaridad al líder cubano, que el lunes pasado cedió por primera vez el poder a su hermano, obligado por un grave derrame intestinal. El líder sandinista y actual candidato presidencial, Daniel Ortega, llegó ayer a la isla para apoyar a su viejo amigo y aliado, mientras se recupera de su operación. Las FARC –la principal guerrilla colombiana– también difundió un mensaje, deseando la pronta recuperación del dirigente cubano.
Pero la carta que conmovió a los cubanos fue otra: Elián González, el niño cubano que se hizo mundialmente conocido tras protagonizar el mayor enfrentamiento público entre la isla y Washington de los últimos tiempos. Hace seis años, el gobierno estadounidense tuvo que devolver al niño a su padre, después que sus familiares en Miami se negaran a entregarlo. El caso tuvo una repercusión mundial y hoy Elián es considerado un símbolo de la victoria ante “el imperialismo” y la comunidad cubana en Miami. “Esperamos su pronta recuperación y aprovechamos para felicitarlo por su cumpleaños y que cumpla muchos más”, escribe el niño de doce años, junto con sus compañeros de clase.
El último parte médico llegó ayer de la mano de Chávez y Morales. “Esta mañana supe que está muy bien, ya está parado de la cama, está conversando más de lo debido porque él habla mucho. Nos ha mandado saludos”, le dijo Chávez a su par boliviano en una llamada al aire durante su programa dominical Aló Presidente. Según parece, el mandatario venezolano se mantiene en contacto con las autoridades en La Habana para estar al tanto de la salud de su amigo. Chávez lo demostró por primera vez cuando anunció, el martes pasado, que el veterano dirigente cubano había salido bien de su operación.
La decisión de convertir la salud de Fidel en un “secreto de Estado” –ante una eventual “amenaza” interna o externa– creó un clima de incertidumbre esta semana, agravado por la decisión de declarar un estado de alerta entre las guardias obreras y urbanas que existen en la isla. El silencio estricto del gobierno provisional, encabezado por Raúl Castro y otros dirigentes de primera línea, no ayudó a tranquilizar a los cubanos, que en cambio escuchaban las consignas y los festejos desde Miami. La iglesia cubana dio ayer un paso importante para calmar estos temores. La Casa Blanca sigue expectante, pero se comprometió a no interferir por el momento. El gobierno cubano, en tanto, parece haber optado por lo mismo.
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Una nueva Constitución es posible
EL GOBIERNO DE BOLIVIA INAUGURO LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
Los asambleístas tienen un año para redactar un proyecto de Carta Magna que luego será sometido a un referéndum.
Por Pablo Stefanoni
Desde Sucre, Lunes, 07 de Agosto de 2006
En coincidencia con el día de la independencia nacional, el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, posesionó ayer a la Asamblea Constituyente en un acto en el que participó un amplio arco de sectores sociales y delegaciones extranjeras. Frente a la Casa de la Libertad estaban los 255 asambleístas –un amplio mosaico intercultural e interétnico–, quienes tendrán un año para redactar una nueva Carta Magna que “refunde el país” y acabe con el “Estado colonial”.
“Para resolver las injusticias, los pueblos tienen dos vías: la guerra civil o los pactos, y hoy Bolivia está viviendo una revolución de forma pacífica y democrática, y es el desafío de la Asamblea Constituyente articular un nuevo pacto entre los bolivianos”, dijo el vicepresidente Alvaro García Linera, uno de los principales operadores del gobierno en la convención, al tiempo que convocó a “romper con el cipayismo”.
Le siguió Evo Morales, que tomó el micrófono para tirar línea desde el comienzo de su discurso: “Esta Asamblea Constituyente costó sangre, por eso no estoy de acuerdo con que sea derivada (como quiere la oposición), debe estar por encima del Parlamento, del Poder Judicial y del propio Evo Morales”, señaló. Y pese a que el mandatario indígena dice que si la Constituyente lo decide él se va, la derecha cree que el oficialismo buscará, por el contrario, reforzar el poder de Morales mediante la introducción de la reelección presidencial.
El todavía líder cocalero no se privó de atacar a la oposición: “Fíjense, aquí hay, como constituyentes, enemigos de la Asamblea Constituyente, eso destaca nuestra amplitud”, disparó hacia el bando de Podemos, del ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga. “Nosotros los indígenas fuimos discriminados pero no discriminamos, fuimos explotados pero no explotamos a nadie; por si acaso, compañero (Samuel) Doria Medina”, prosiguió modificando el ángulo de tiro hacia el constituyente, empresario cementero y líder de Unidad Nacional.
Fue la presidenta electa de la asamblea, Silvia Lazarte, la encargada de inyectar una cuota de emoción al acto con un discurso autobiográfico. “Las mujeres como yo hemos vivido en la amargura; algunos me preguntan si soy profesional y les contesto con orgullo que no porque las mujeres, especialmente campesinas, somos víctimas de la discriminación y la exclusión. Yo me formé políticamente en los sindicatos campesinos, donde también nos discriminaban a las mujeres”, dijo la dirigente quechua y ex compañera de militancia de Evo Morales en el convulsionado trópico de Cochabamba, donde la pelea entre cocaleros y militares era a balazos.
Pasada la una y media de la tarde, la plaza 25 de Mayo vibró con el desfile de indígenas, campesinos y mineros al ritmo de marchas militares tocadas por más de doscientos uniformados. “Por primera vez en la historia boliviana desfilan todos estos pueblos indígenas (según el gobierno, lo hicieron más de treinta grupos étnicos); en la época colonial y parte de la república, los indios no podían pisar esta plaza, incluso había iglesias para criollos y para indígenas”, le dijo a Página/12 uno de los participantes del multitudinario desfile. Luego les tocó el turno a las Fuerzas Armadas, en el marco del intento del gobierno de Morales de poner en marcha un gran movimiento nacional en el que los militares “nacionalistas” son una de las patas.
La Asamblea Constituyente, que desde el 2003 se transformó en una de las principales banderas de los movimientos indígenas y sociales, estará controlada por el oficialismo, que consiguió la mayoría absoluta de la directiva con seis de los once miembros: la presidencia, una vicepresidencia (de cuatro) y cuatro secretarías (de seis). Los acuerdos del Movimiento al Socialismo (MAS) con fuerzas menores de diversos matices ideológicos casi excluyen a la oposición de derecha representada por Poder Democrático Social (Podemos): esta fuerza, que obtuvo el segundo lugar en las elecciones del 2 de julio y suma 60 representantes –frente a los casi 150 del MAS–, debió conformarse con una vicepresidencia mientras denunciaba las ambiciones “hegemonistas” del partido de gobierno. Los masistas consiguieron también la mayoría para interpretar que los dos tercios que establece la ley de convocatoria a la Asamblea Constituyente sólo son necesarios para la aprobación del texto final, pero no para el resto de las resoluciones. Y el siguiente paso de la estrategia oficialista, según pudo saber este diario, será la aprobación de una “cláusula de desbloqueo”: si no se llega a esa mayoría especial, se someterá a referéndum un proyecto de texto de Carta Magna por la mayoría y otro por la minoría.
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Escalada y el día más sangriento para Israel
MIENTRAS LA DIPLOMACIA DEBATIA, LAS PARTES EN CONFLICTO ENDURECIAN LOS ATAQUES
Una lluvia de misiles de Hezbolá mató a doce soldados reservistas en Kfar Giladi y a tres civiles en Haifa (norte). Fue el mayor número de víctimas israelíes desde que comenzó la guerra, hace 26 días. Los ataques de Israel en el sur del Líbano y los suburbios de Beirut causaron diecinueve muertos (trece civiles).
Por Donald Macintyre, Eric Silver, Anne Penketh y Colin Brown*
Desde Kfar Giladi, Jerusalén y Gran Bretaña
Lunes, 07 de Agosto de 2006
Israel sufrió el peor de los 26 días de su guerra con Hezbolá, al morir 15 personas, mientras que 19 libaneses murieron en un ataque israelí contra el Líbano. Las negociaciones en las Naciones Unidas para conseguir un cese del fuego continuaban ayer. Los diplomáticos esperaban que los cancilleres votaran mañana o pasado mañana la resolución de la ONU, a pesar de que el Líbano rechazó el borrador estadounidense-francés porque no ordena un cese de fuego inmediato y el retiro de las tropas iraelíes del sur libanés.
Israel y Hezbolá utilizaron esta ventana de tiempo antes de la votación para infligir el mayor daño posible. Un cohete Katyusha asestó un golpe directo que mató al menos a 12 soldados israelíes mientras vigilaban la frontera de un kibutz en Kfar Giladi ayer. El hecho reforzó la postura de Israel de que cualquier resolución de la ONU para un cese de fuego debe asegurar que los milicianos de Hezbolá no puedan regresar a la frontera del norte. El ataque en Kfar Giladi fue el peor en cantidad de víctimas desde que comenzó el conflicto, y además dejó el mayor número de bajas militares en un mismo día. Pero eso no fue todo. Tres personas murieron y cerca de 60 resultaron heridas en la ciudad de Haifa después de que Hezbolá lanzara uno de los peores ataques sobre la tercera ciudad más importante de Israel. Los cohetes cayeron sobre un barrio residencial, poco después de que anocheciera, y la policía aseguró que entre las víctimas habría niños. Los doce reservistas en Kfar Giladi estaban, aparentemente, sentados y esperando, a la sombra de la pared de un cementerio, para recibir sus primeras órdenes, cuando un cohete Katyusha cayó sobre ellos, e incendió dos autos en el estacionamiento que hay del otro lado de la pared. Después del ataque, el aire se llenó de humo de los arbustos que se habían prendido fuego en la constante lluvia de cohetes que duró 15 minutos, y que cayeron en las colinas en las afueras del pueblo de Kiryat Shmona. Las piezas de los autos destruidos y otros escombros habían sido apilados al costado de la pared. Los expertos forenses del ejército todavía estaban revisando entre las esquirlas y los restos, varias horas después de la explosión. Los colchones de esponja, posiblemente de las mochilas de los reservistas, también estaban apilados en el estacionamiento.
Un miembro del comité de seguridad de Kfar Giladi dijo que, a diferencia de los civiles locales, las víctimas no se habían resguardado en los refugios cuando las sirenas sonaron. “Esto no debería haber pasado”, aseguró. “Nosotros hicimos sonar la alerta varios minutos antes de que los cohetes cayeran”, agregó. Un funcionario que estaba en la escena del ataque dijo que la explosión expulsó esquirlas a una distancia de 30 metros. El frente de uno de los autos destruidos estaba comprimido, sugiriendo que el cohete podía haber aterrizado directamente sobre él. También había algo que parecía un pequeño cráter cerca de la pared, y que podría haber sido provocado por el impacto del katyusha.
Detrás de bambalinas, continuaba ayer una intensa actividad diplomática. El premier británico Tony Blair llamó a su par estadounidense, George Bush, y al líder ruso, Vladimir Putin. También intentó contactarse con el presidente francés, Jacques Chirac, cuyo país se espera que lidere una fuerza multinacional en el sur libanés, que sería parte de la solución a largo plazo descripta en el borrador. El texto insta a un “cese total de las hostilidades”. Mientras que se espera que Hezbolá obedezca un cese de fuego “inmediato”, a Israel se le pide que detenga inmediatamente “todas las operaciones militares ofensivas”. En consecuencia, a Israel se le permitiría contraatacar si Hezbolá no frena todos los ataques. El borrador de la resolución dejaría que las tropas israelíes se quedaran en el sur del Líbano hasta que una fuerza internacional fuera desplegada allí –y eso puede llevar un tiempo–. En Beirut, Hezbolá anunció que accederá al cese del fuego sólo después de que Israel detenga todos sus ataques y se retire del territorio libanés. Las fuerzas de Tel Aviv duplicó su ofensiva del sábado, alcanzando los 170 ataques aéreos. Las zonas más golpeadas fueron los suburbios del sur de la capital y la zona cercana a Tiro, dejando al menos 13 civiles y siete soldados muertos. Nabih Berri, presidente del parlamento libanés y representante de Hezbolá en las negociaciones, aseguró que el borrador es inaceptable porque no tiene en cuenta las principales demandas de Beirut, incluyendo la liberación de los prisioneros detenidos en Israel.
Fouad Siniora, primer ministro libanés, adelantó que su gobierno pedirá enmiendas al borrador estadounidense-francés. En medio del escepticismo creado alrededor de la efectividad de una resolución de la ONU para poner fin a la violencia, la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, les dijo a periodistas en Washington: “Es el primer paso, sólo el primer paso” hacia el objetivo estadounidense de asegurar una paz duradera.
Los funcionarios israelíes estaban reacios a comentar sobre el borrador, que fue publicado el sábado y que era discutido ayer entre los representantes del Consejo de Seguridad. A pesar de que el texto responde más a las demandas israelíes que a las libanesas, en Tel Aviv no estaban contentos con el rol de supervisor asignado a la Unifil, la Fuerza Interna de la ONU en el Líbano, hasta que una fuerza internacional más poderosa la reemplace. Hace mucho que Israel se viene quejando del fracaso de la Unifil a la hora de prevenir los ataques de Hezbolá. El borrador de la resolución también prevé una eventual entrega de las Granjas de Shebaa al Líbano, aunque los cartógrafos de la ONU confirmaron, cuando Israel se retiró del Líbano en mayo de 2000, que el área había sido ocupada en la guerra de 1967, en detrimento de Siria.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Laura Carpineta.
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“Hubo un borramiento del pasado”
EL HISTORIADOR MARK HEALEY ANALIZA EL SIGNIFICADO POLITICO DEL TERREMOTO DE SAN JUAN
Vivió de chico tres años en la Argentina, durante la dictadura. Estudió arquitectura en su país, Estados Unidos. Ya graduado, se interesó en el cruce entre su disciplina y los fenómenos históricos. Se especializó en el terremoto de San Juan, seguramente es el mayor conocedor del tema y está por publicar un libro. Healey construye a partir de ese hecho social un microcosmos que sirve para explicar el peronismo, el surgimiento del estado benefactor, la oposición, ciertas lógicas de la sociedad argentina. Prejuiciosos, abstenerse.
Por Mario Wainfeld
Lunes, 07 de Agosto de 2006
–¿Cómo llegó a interesarse en el terremoto de San Juan?
–Empecé estudiando cine y peronismo, un temazo. Estaba mirando Sucesos Argentinos y me encontré con eso. Un terremoto sucedido en enero de 1944 con 10 mil muertos, no es poca cosa. Bueno, parece que tampoco fueron 10 mil, según corroboré después, pero fueron miles y hubo una ciudad absolutamente destruida. Gente desparramada por todo el país, una serie de iniciativas del estado de bienestar peronista, miles de huérfanos. Las casas de emergencia que se hicieron en San Juan fueron el primer intento a escala masiva de construcción de viviendas por el Estado. También fue el primer intento, no del todo exitoso, de hacer viviendas prefabricadas. Las hicieron con una chapa tipo fibrocemento. Se puso a prueba un Estado que, medio torpemente y entre las ruinas, intentó responder a la situación. Dediqué años a estudiarlo, el año que viene publico un libro.
–El hecho es fundacional en muchos sentidos. Perón y Evita se conocieron en un acto destinado a colectar fondos para el terremoto.
–Se conocieron allí, Evita algo le habrá dicho (“gracias por existir” o algo más) y eso fue el comienzo de muchas cosas y muchos mitos.
–Mi padre, que era bastante gorila, coreaba muchos años después una coplita que decía “Perón, Evita/ ¿adónde está la guita/ que San Juan la necesita?”
–Había otra famosa: “¿Adónde están/ adónde están/ los dineros/ de San Juan?” La cantaron en la Marcha de la Libertad y formó parte de la campaña electoral.
–Realmente, ¿se “llevaron” la plata?
–Es una cosa complicada. Por un lado hubo una administración muy oscura de ese dinero, por otro el Estado puso muchísima más plata que el de la colecta en San Juan. Pero sí hubo corrupción y también muchas peleas internas.
–¿Cómo se decidió la reconstrucción?
–Hubo una discusión muy interesante entre los que querían relocalizar la ciudad y los que querían reconstruirla en el lugar. Fue una discusión fundacional para el propio peronismo. El proyecto más radical era mover San Juan, para sacarlo de la zona de riesgo. Triunfó el otro proyecto, menos radical pero que produjo igualmente una gran reforma social. San Juan, como Mendoza pero un poquito más y como muchas de las provincias relativamente exitosas dentro del esquema post-generación del ’80, era una provincia muy marcada por el monocultivo, vid y vino. Cualquier proyecto futuro, industrializador, transformador implicaba enfrentarse a un poder local. Esa estructura de poder utilizaba la tierra y la estructura general para mantener su predominio, con mano de obra disponible. Muchos viñedos fueron perjudicados por el terremoto y ellos bregaron por ser compensados y retener la estructura vigente. No lograron todo lo que querían, finalmente la sociedad sanjuanina viró a ser más igualitaria durante el peronismo (como la Argentina en general), pero conservaron lo suyo. El peronismo no supo o no pudo llevar a cabo eso que anunciaba en términos de articular un futuro tan diferente para la provincia. Mantener la ciudad en su lugar benefició a los que eran más poderosos en 1944.
–¿Cuándo se terminó de reconstruir San Juan?
–Es un caso bastante único, fue durante la Libertadora. Aramburu, doce años después, prometió completar esto, lo quiso convertir un símbolo del régimen caído. En eso fue relativamente fiel a su palabra, como no fue en otros casos.
–De cualquier modo, fue una obra pública de una magnitud inusual.
–Aun con las restricciones, en cantidad de dinero fue la segunda obra pública del primer peronismo. La mayor fue la construcción del complejo Ezeiza, el aeropuerto, la ruta, Ciudad Evita.
–¿Qué les impidió hacer mejor las cosas, más allá de la corrupción?
–Estaba naciendo un Estado interventor, fuerte, pero ese Estado es captado por intereses locales y cuestiones cruzadas. Su intervención fue atravesada por divisiones. En este caso, lo que empezó como un gran llamado a la nacionalidad, a ayudar a los hermanos en desgracia se terminó derivando en viáticos a los ferrocarriles, al Ejército con las carpas, a los mercaderes locales por mercaderías requisadas. También hubo dispersión de recursos por la acción descentralizada para beneficiarios particulares muy propia del peronismo: en primas por familias numerosas, becas para estudiantes...
–¿Hubo denuncias por corrupción en la Libertadora?
–Muy pocas. Se investigaron cosas muy menores. Seguramente tiene que ver con que la reconstrucción fue un supernegociado para las clases dirigentes locales, que recuperan protagonismo político con la Libertadora y son los que comandan el final de la reconstrucción.
–La Fundación Eva Perón, ¿intervino mucho en San Juan?
–Algo. De forma algo confusa, muy superpuesta con otras instancias nacionales y provinciales.
–Así funcionaba en general, no era una novedad.
–Así es. La fundación intervino, más adelante, no en la construcción de las viviendas, pero sí en su adjudicación y ahí sí marcó una diferencia. Las primeras viviendas las adjudicó el gobierno provincial. En ese gobierno había mucha gente de fracciones de militancia católica que manejaron el tema. Se crearon distintos barrios, algunos más chicos, mejores y otros más grandes. Si uno mira los diarios, que tiene datos de los adjudicatarios, en los barrios más chicos, mejores dicen “modista, médico, abogado” y los nombres. Unos renglones más abajo, en el mismo diario, se dice que en los barrios más masivos se adjudicó a “jornaleros u obreros” sin más precisiones. O sea, la diferenciación social encontraba la manera de reproducirse en la ayuda social posterior al terremoto. A fines de los ’40 o principios de los ’50, cuando actúa la fundación y cuando el peronismo ya es una cuestión distinta, las casas no se asignan más así. Se asignan casas bien hechas a las familias obreras. La fundación construye también dos escuelas hogar, una para niñas y otra para niños. No funcionaron a la altura de lo que se dijo que se esperaba, pero llegaron igual a ser un hito muy fuerte en términos de política social de la provincia.
–¿Qué pasó con esas colonias durante la Libertadora?
–Lo supe recién hace unos pocos días, encontré un expediente fantástico. Nombraron como interventora a una abogada, antiperonista ella. Se dedicó a convertir la colonia hogar femenina en una agencia de formación y colocación de empleadas domésticas. Su ideario era sacar a esas chicas para que trabajaran en casas de familia, de gente como ella o sus amigas.
–Todo muy interesante, pero, ¿por qué hay un expediente?
–Porque hubo protestas de las visitadoras sociales que trabajaban en la colonia. Las visitadoras eran profesionales, que habían ganado su puesto antes del ’55, pero que tenían serias tensiones con el peronismo. Pero no aceptaron el giro impuesto por la interventora e hicieron largas denuncias en las que decían que eso contradecía “los fines democráticos de la Revolución Libertadora”. Al mismo tiempo, las niñas se reunían en el patio y gritaban “queremos que vuelva Perón” (ríe). San Juan vivió la experiencia peronista como el resto del país, a su manera, en medio de las ruinas.
–En trabajos previos, usted cuenta que la existencia de mil huérfanos influyó en la legislación de familia dictada en la primera presidencia de Perón, que fue un avance modernizador bastante importante...
–Además de los huérfanos, que eran muchísimos, hubo gran dispersión de familias a causa del terremoto. Hubo chicos evacuados que fueron separadosde su familia en medio de la emergencia y nunca volvieron a encontrarse. Fue un hecho social que dramatizó para la Nación una cuestión que se venía dando en otra escala todos los días, que era la necesidad de una estructura legal para el orfanato, las adopciones, la patria potestad. Cuando se modificó por ley dos años después, San Juan fue el ejemplo, el catalizador que tomaron la mayoría de los legisladores.
Anacronismos
–Cuando se habla de la colecta, viene a la mente una comparación anacrónica, la colecta por Malvinas...
–Seguramente hay correlaciones, cómo una dictadura usufructúa sensaciones de solidaridad para llevarla a otro lado. En la colecta hubo funcionarios que se embolsaron unos pesitos. Se dilapidó la guita y la energía. Son momentos fuertes de reafirmación de ciudadanía y de identidad. Le pesó al peronismo eso, aun en el ’50, ’51 y ’52 sacan publicidad en los diarios diciendo “acá están los dineros de San Juan, los hemos gastado de tal o cual forma”. Pero ése era un punto fuerte de la oposición.
–¿Se anima a un parangón entre el terremoto de San Juan y el Katrina?
–Por un lado, estas situaciones son momentos clave en la definición de la autoridad del Estado o de un gobierno. Sin embargo, la actuación concreta es mucho más compleja que la mera afirmación del poder, que es lo que la gente busca. Una construcción de estado requiere políticas y una burocracia eficiente, subsecretarios que sepan qué hacer. Eso no existía antes del peronismo, se construyó en parte gracias a esto. En el Estado norteamericano esos recursos se habían licuado antes de Katrina. Son momentos de autoridad ejemplar y también de reconfiguración del Estado en un espacio local. Katrina trajo a la luz esas cosas que estaban ocultas porque no queríamos verlas o porque los medios no tenían motivos para ocuparse de ellas, aunque no las podían ignorar. Algo de eso reveló el terremoto de San Juan, el fin de la Década Infame. Otro paralelo es que los dos gobiernos nacionales no pudieron manejar eso a un punto muy provechoso. Lo de Katrina es más bochornoso, ahora gastan dinero a mansalva para reconstruir oligarquías locales. Lo cierto es que fue un momento de abrupta caída de la imagen de Bush, también entre su propia gente. Le doy otro ejemplo, comentado hace poco en el New York Times: la reconstrucción posterior al tsunami contó con todos los recursos imaginables y un notable discurso participativo e integrador, pero fue un desastre. Da la impresión de que cometieron todos los errores del Estado argentino 60 años antes.
La política en movimiento
–¿Qué pasaba en San Juan en términos políticos, antes de 1944?
–San Juan, como Mendoza, había vivido una experiencia populista muy exitosa, con los Cantoni. Federico Cantoni estaba fuera del poder hacía diez años. El peronismo debía lidiar con la figura de Cantoni y captar su gente. Por eso, el peronismo se formó con los dirigentes anticantonistas, que se plegaron al movimiento nacional para resguardar lo suyo.
–¿Cómo le fue a Perón en sus primeras elecciones en San Juan?
–¡Le fue mal! Cantoni, a último momento, rompió con Perón porque éste no le dejó poner sus candidatos y eligió gente más propia. Eran dos empleados de la Secretaría de Trabajo y Previsión que fueron para gobernador y vice, el cantonismo se abrió. Los peronistas se quedaron con la gobernación porque fueron primera minoría, pero la Unión Democrática (a la que se pasó el bloquismo de Cantoni) ganó en las elecciones para presidente. Si Perón conservaba a Cantoni, hubiera ganado con el 70 por ciento de los votos. Eso prueba cuánto influyen esas realidades locales en los proyectos nacionales y creo que también incidió en el descuido posterior que hubo en la reconstrucción de San Juan. El peronismo era también así, cuando se proponía un gran proyecto y andaba... tiraban todo. Pero si se complicaba, requería manejos sutiles... iban a los tumbos.
–¿Hubo algún saldo político ulterior al terremoto?
–Aunque parezca mentira, en promedio se logró una mayor estabilidad. A partir de ahí el conservadorismo popular local, el bloquismo, pudo gobernar San Juan. El gobernador peronista que ganó en 1946 fue el primero en terminar un mandato desde el siglo XIX. San Juan venía siendo un caso extremo de ingobernabilidad, en parte por la fuerza extrema que tenía el cantonismo que enfrentaba a Yrigoyen y a los conservadores al mismo tiempo. Pero esos fuertes caudillos locales que no tenían apoyos a nivel nacional no lograban sobrevivir mucho tiempo. Los derrocaron por última vez en 1934, desde entonces hasta el terremoto hubo once gobiernos. A partir del ’44 hubo hechos estabilizadores, de tendencia igualitaria: los recursos que venían del Estado nacional, la organización sindical que fue un contrapeso a los poderes provinciales. Eso lo capitalizó Leopoldo Bravo que erigió un Estado jerárquico, con muchos negociados pero bastante más igualitario que lo que había antes. En San Juan, los años ’60 y aún los ’70 fueron más apaciguados que en el resto del país y que en la propia provincia en los ’20 y ’30. El bloquismo desde el ’45 fue, en general, aliado del peronismo.
Balances
–¿Hay mucha literatura en la Argentina acerca del terremoto de San Juan?
–No, casi nada. Ni siquiera a nivel local, en la provincia. Imagino varias razones, la primera es el impacto del drama mismo. Después la sociedad pareció decidir “mirar para adelante” en un sentido muy radical. Hubo un borramiento de todas las señales de identidad y del pasado. Casi no hay monumentos, ni placas recordatorias, ahora hace poco se construyó una llama votiva. Hay placas de autorreferencia en los edificios que construyó el Consejo de reconstrucción del peronismo. Hubo un gran silencio que recién comenzó a resquebrajarse en el ’94, al cumplirse los cincuenta años. A partir de entonces hay muchos trabajos de memoria oral, yo también me dediqué bastante a eso.
–¿Cuántos años le dedicó a este trabajo?
–Me llevó un buen tiempo. Dos años de trabajo de campo y mucha elaboración del material. Lo publicaré el año que viene en Estados Unidos y luego se podrá publicar acá. Tengo que buscar un buen traductor.
–¿Por qué no lo traduce usted?
–He traducido libros del inglés al español, pero éste sería demasiado laburo para mí (risas).
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Kosminski, un Jack de colección
Por Juan Sasturain
Lunes, 07 de Agosto de 2006
Cada tanto, cada tres o cuatro años y casi siempre desde Inglaterra, se renueva la colección de Jack con algún tenebroso muñeco, un nuevo/viejo candidato a ocupar el trono vacante, ponerle cara y/o nombre –identidad, al fin– a The Ripper, El Destripador, el artesanal y jactancioso asesino de media docena (más o menos) de prostitutas que regó de sangre y vísceras el otoño boreal de 1888 y se esfumó sin dejar ningún rastro firme pero todas las conjeturas. “Nunca uno solo hizo trabajar tanto (en vano) a tantos” habría dicho Churchill si le hubieran preguntado entonces, aunque sólo tenía catorce años y no vivía en Londres ni en el miserable, emputecido barrio de Whitechapel, en el East End, rincón extremo de la ciudad. Esa Londres bella y perversa que actualizaba a diario los sangrientos cuentos de Las mil y una noches y por cuyos callejones se desmadraba Hyde, se afanaba Holmes y deliraba Stoker.
Lo notable del caso –y en eso todos los cronistas e investigadores coinciden– no es que Jack haya empezado a hacer su tarea sino que en algún momento, al contar hasta cinco, la haya interrumpido: arrancó (literalmente) el 31 de agosto y terminó, con sólo cuatro entradas –una con doblete, el 30 del mes siguiente– el 9 de noviembre de 1888. Sorprendente. A la luz de los estudios sobre la psicología de los incontinentes serial killers que sucedieron al precursor Jack hasta hoy, el hombre (o la mujer) que según el equívoco chiste fácil solía ir “por partes” supo, como San Martín, Monzón, Gardel y algunos otros, retirarse a tiempo.
Al respecto hay varias teorías. La primera, como siempre sucede, sostiene que no se retiró sino que siguió ejerciendo en otras latitudes: Centroamérica, EE.UU., Alemania, Australia, etcétera. Londres habría sido sólo una escala más y en este caso se le atribuyen casi una docena de crímenes afines. Según otra –la más cómoda para Scotland Yard y cualquier desairada policía del mundo– Jack se suicidó clásicamente en el Támesis y muerto el killer se acabaron los corpses. La tercera posibilidad es que Jack estaba loco y terminó internado. En cada caso, por supuesto, se propone una hipótesis acerca de su identidad, que es lo que importa. Así, toda la cuestión del Destripador –que no “descuartizador”, pues rasgaba y extraía pero no desmembraba– se actualiza ahora con un reciente seudodescubrimiento que las agencias no han vacilado en titular con referencias al “fin del misterio” y la “identificación definitiva” de Jack. Nada de eso, en realidad. O no tanto, por lo menos.
La noticia fechada en Londres señala que los descendientes de Donald Swanson, un ex inspector jefe de Scotland Yard que actuó en primera fila en el caso Jack, acaban de donar al Black Museum de la institución, que los exhibe por primera vez, una serie de documentos y libros pertenecientes al ex policía. Entre ellos, figuran las memorias –redactadas dos décadas y media después de los hechos– del que era por entonces el jefe de Swanson, el doctor Robert Anderson, quien sostiene allí con absoluta seguridad que Jack el Destripador era “un judío polaco, peluquero de profesión”. Es todo. Anderson no da en sus memorias el nombre del sujeto por respeto a los procedimientos de la institución porque el hombre nunca había sido acusado formalmente, ya que era un demente que terminó internado. Ahora, la aparente “novedad” reside en que, en el volumen que estaba en posesión de Swanson y al margen del texto de Anderson, aparece una anotación de puño y letra de Swanson que pone el nombre supuestamente callado por el autor: “Aaron Kosminski”. El “misterio” aparece revelado.
En realidad, no hay muchas novedades. En cualquiera de los muchos libros ingleses de investigación que se han escrito sobre el tema –el de Colin Wilson y Robin Odell, por ejemplo: Jack The Ripper, de 1987, traducido por Planeta dos años después– el nombre de Kosminski y el de otros judíos polacos pobres aparecen asociados reiteradamente a ésa y otras fuentes. En general, se toman las cautelosas memorias de Robert Anderson como fuente oficial de Scotland Yard y no por eso necesariamente siempre confiables. Era un hombre muy reservado que literalmente “se hacía el sordo” pero nada se le escapaba y que en Misterios de la Policía y del Crimen (1898), un curioso libro del inspector Arthur George Griffith, traducido sólo cuatro años después en España, es descripto de manera admirable: “El doctor Anderson, jefe del Departamento de Investigación, por entonces –dice Griffith– puede considerarse como el ideal del agente de policía... Aparte de sus condiciones admirables, era el más discreto, silencioso y reservado de los funcionarios públicos de tal modo que, según algunos, Anderson era un misterio incluso para sí mismo.” (!) Su reticente testimonio siempre fue coherente respecto del caso Jack.
Ya en 1907, en Criminals and Crime, cuando todavía era jefe del departamento de Investigaciones Criminales, Anderson decía, como al pasar: “El Destripador se encuentra enjaulado en un asilo y no ofrece peligro alguno”. Tres años después, en The Lighter side of my Official Life afirmaba que el Destripador fue “un judío polaco de clase baja” sin argumentar más. Y hay un artículo con el mismo título, publicado en el Blackwood’s Magazine de marzo de 1910, en que repite el relato pero agrega, en una nota al pie, que un testigo identificó al Destripador que se encontraba encerrado “en un manicomio... pero que cuando se supo que el sospechoso era judío se negó a jurarlo”. Es decir: por ser de la misma raza o religión no quiso testimoniar contra él y por tanto no se pudo acusarlo.
Otras memorias importantes y coincidentes en parte son las del inspector Melville L. Macnaghten, Days of my Years (1914), quien entró en la policía en 1889 como jefe adjunto –meses después de los crímenes– y que estuvo cerca de Anderson y conoció toda la información que había. Pero lo mejor no está en esa lavada autobiografía de Macnaghten sino en sus “apuntes”, que descubrió en 1959 Daniel Farson cuando investigaba el caso para la televisión inglesa. En esas notas originales de Macnaghten, fechadas el 23 de febrero de 1894 y hechas para desmentir versiones que circulaban entonces sobre una reaparición de Jack, da una lista definitivamente cerrada de tres sospechosos: el “médico” –en realidad abogado– Montague John Druitt, que se suicidó en el Támesis tras el último crimen y es su “favorito”, ya que dice que “su propia familia creía que era el asesino”; otro médico, Michael Ostrog, “ruso y presidiario”, que fue confinado a un manicomio por ser maníaco homicida y, al referirse al tercero, dice literalmente: “Kosminski, un judío polaco y residente de Whitechapel. Este hombre enloqueció debido a muchos años de prácticas de vicios solitarios. Sentía un gran odio hacia las mujeres, particularmente por las prostitutas, y tenía fuertes tendencias homicidas; hacia marzo de 1889 lo internaron en un manicomio. Hubo muchos delitos relacionados con este hombre que lo convertían en un fuerte ‘sospechoso’”.
Así, Aaron Kosminski desde hace muchos años ha sido uno de los abonados a la sospecha. Incluso, antes de estas aparentes nuevas revelaciones estaba bastante arriba en las encuestas... Y cualquiera puede consultar en Internet el contenido de los “marginalia” de Swanson a las memorias de Anderson, a los que por lo visto los investigadores han tenido acceso antes de esta donación que los llevó al Black Museum y al morboso disfrute público.
Por lo que se sabe, el peluquero judío polaco al que –según la victoriana Scotland Yard– el onanismo consuetudinario enloqueció, terminó sus días en un hospicio en 1919 sin enterarse de nada.
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