Sunday, July 30, 2006

Página/12 Special



Página/12: La matanza israelí de Qaná
desdibuja la posibilidad de un alto el fuego

El último bombardeo israelí en el que podrían haber muerto hoy unos 55 civiles -muchos de ellos niños- en la localidad libanesa de Qaná, que ya se hizo tristemente famosa en 1996 cuando más de 110 civiles perdieron la vida, se produjo esta madrugada.

Domingo, 30 de Julio de 2006

El portavoz de la Cruz Roja libanesa, Georges Katani, dijo a la agencia EFE que "hasta el momento nuestros voluntarios han recuperado ya veinte cadáveres de entre los escombros". Un testigo entrevistado por la televisión libanesa LBC aseguró que "hay más de 25 niños muertos".

Las radios y televisiones libanesas hablan de una "nueva masacre en Qana", localidad donde Jesús, según la tradición cristiana, hizo el primer milagro.

Las televisiones están mostrando imágenes impactantes de varios cadáveres de niños recuperados de entre los escombros por miembros de la Cruz Roja.

"Filmen esto para los europeos y los americanos. ¿Es esto la civilización que nos traen?", gritaba ante la cadena libanesa LBC un hombre con una niña muerta en sus brazos.

"Esto es una carnicería, una carnicería", se lamentaban unas mujeres del pueblo, situado a unos 20 kilómetros de Tiro.

El primer ministro libanés, Fuad Siniora, afirmó hoy que su Gobierno "sólo aceptará un alto el fuego sin condiciones" tras lo que calificó de "nueva matanza israelí".

Siniora hizo esta declaración en una rueda de prensa ofrecida después de una reunión con el presidente del Parlamento libanés, el chií Nabih Berri, en la que exigió también una "investigación internacional".

Justo tras la declaración de Siniora, la televisión libanesa "Future" informó que la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, no viajará el Líbano tras su actual visita a Israel, y que "Beirut ha suspendido las negociaciones" sobre el conflicto con el Estado hebreo hasta que se declare un alto el fuego.

Esta matanza es la más grave registrada en el Líbano desde que comenzó la guerra no declarada entre Israel y Hizbulá el pasado 12 de julio.

© 2000-2006 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-70723-2006-07-30.html



Diario desde el infierno

Por Robert Fisk*
Desde Beirut, Domingo, 30 de Julio de 2006

Domingo 23 de julio. Hacia Sidón. Ed Cody encontró un conductor buena onda que maneja a 190 kilómetros por hora llamado Hassan –tiene un Mercedes negro al que llamó “El auto de la muerte” (porque ese será el destino de cualquiera que se cruce en nuestro camino)–. Nos dirigimos por la ruta de la costa y vamos hacia el este a las colinas de Naameh, donde los israelíes acaban de volar un puente. Treinta años atrás, Cody era un corresponsal de Associated Press en Beirut y me enseñó cómo cubrir guerras. “Te subís al auto, conducís a la batalla y averiguás qué están haciendo estos imbéciles”, solía decir.

Lunes 24 de julio. Hacia el sur del Líbano en una caravana humanitaria. Un día soleado, espectacular y con tenues nubes, y luego el ruido de aviones. Miramos hacia el cielo de nuevo. En el medio de un campo de tomates, veo un autobús de Londres. Me volteo hacia el conductor. “¿No es eso un autobús de Londres?”, le pregunto. “Sí, eso es un autobús de Londres.” Lo es. Es un grande, rojo y brillante autobús de dos pisos. En el Valle de la Beeka. En el Líbano. Durante la guerra.

Martes 25 de julio. Merodeo por Marjayoun, el pueblo cristiano atrapado entre dos porciones de territorio de Hezbolá. Este era el cuartel del brutal Ejército del Sur Libanés (ESL), la milicia de Israel, y todavía hay muchos ex hombres del ESL aquí, todos con teléfonos celulares libaneses, pero pocos de ellos, sospecho, con teléfonos israelíes.

Miércoles 26 de julio. Soldados de la ONU indios traen lo que queda de cuatro observadores al hospital de Marjayoun. Todo el día han estado informando que el fuego de artillería israelí se estaba acercando cada vez más a su claramente demarcada posición. Un oficial en el cuartel de la ONU en Naqoura llamó por teléfono a los israelíes 10 veces para advertirles de su falta de puntería, y 10 veces le prometieron que no caerían más proyectiles cerca del puesto de Khiam. Pero los cuatro soldados no huyeron –como seguramente esperaban los israelíes– y por eso ayer por la tarde un avión israelí disparó un misil directamente a su posición de la ONU, destrozando a los cuatro valientes hombres.

Jueves 27 de julio. Me siento con un amigo francés en una pequeña colina, mirando el sur del Líbano al anochecer. A nuestra izquierda, artillería israelí es disparada contra una casa de este lado de Khiam, que después es consumida por el fuego. “Por Dios, espero que no hubiera nadie ahí”, dice mi amigo. Puede que nunca lo sepamos. Nos dirigimos a Nabatea y entonces un avión tira una bomba en el puente en frente de nuestro vehículo. Nos batimos en una rápida retirada de esta desagradable emboscada y regresamos a la seguridad de nuestra pequeña casa de la colina.

Viernes 28 de julio. Suena mi teléfono celular. Un periodista norteamericano está caminando al sur de Tibnin hacia la batalla entre Hezbolá e Israel en Bint Jebel –una sabia precaución porque ahora todos los autos son presas de las águilas israelíes– y ha encontrado dos hombres drusos heridos en la ruta. Uno de ellos no se puede parar. No tiene auto. ¿Puedo ayudar? Estoy a 20 kilómetros. “¿Puedo decirles que serán rescatados?” No les mientas, le digo. Deciles que vas a tratar de ayudarlos. Prometo llamar a la Cruz Roja. Llamo a Hisham Hassan y le digo la posición exacta. Hisham promete llamar al centro de ambulancias de la Cruz Roja de Tibnin. Diez minutos después recibo un mensaje de texto: “La Cruz Roja está en camino”. Angeles del cielo.

Sábado 29 de julio. Me doy una ducha y duermo en mi cama. Recibo un llamado de un periodista turco para hablar del genocidio armenio de 1915 –mucho más serio que esta pequeña guerra–. Después reviso las notas de mi diario de esta semana. Descubro que la claridad en mi letra colapsórápidamente el jueves después del ataque aéreo. Estaba tan asustado que no podía escribir.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Virginia Scardamaglia.


© 2000-2006 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-70692-2006-07-30.html



Todo OK

Por Santiago O’donnell
Domingo, 30 de Julio de 2006

No es posible festejar una guerra, pero sí comer pochoclo y mirar la película como hace en estos días George W. Bush. “Crisis externa” es el eufemismo que emplea Washington cuando pasa algo así. Nada mejor para un presidente con bajo rating.

Como él mismo dijo ayer, más que una crisis se trata de una oportunidad. Si no fuera una guerra, sería casi perfecta. Para empezar, no involucra a soldados norteamericanos. Eso tranquiliza a la opinión pública estadounidense. Quizá demasiado. Doug McGill, un ex periodista del New York Times, cuenta que la guerra, al principio, le pareció tremendamente aburrida. Por eso la ignoró durante cinco días. Pero después le picó el bichito, llamó al editor del diario local, en su ciudad de Minnesota, para preguntar por qué no había más menciones de la guerra en la tapa del periódico.

“Contesto el teléfono. Leo cada e-mail y escribo un blog que tiene rebote del público, y no escuché de un solo lector que quiera saber más de Israel-Líbano”, contestó Jay Furst, editor del Rochester Post Bulletin, según un artículo publicado en www.poynter.org, la principal ONG de periodismo en Estados Unidos.

La guerra no tendrá el impacto mediático de una final de fútbol americano pero tampoco es despreciable. Bush la aprovechó para darle una exclusiva a la revista Newsweek, un arreglo que incluyó acceso “privilegiado y espontáneo” durante cuatro días, para mostrar cómo manejó a los líderes mundiales durante la reunión del G-8 mientras llovían misiles entre el Líbano e Israel, “algo prácticamente inédito para un presidente, especialmente durante una crisis internacional”, se ufanó el jefe de redacción de Newsweek, que no es precisamente una publicación oficialista.

“¿Qué pasó con el sueño de la Pax Americana en Medio Oriente, el de un gobierno amigable en la Irak post-Saddam, y de democracias surgiendo como hongos en toda la región? Qué basura. Estados Unidos se empantanó, Israel se encuentra bajo amenaza, el Líbano está colapsando, Irak está al borde de una guerra civil, e Irán aviva el fuego en la región mientras desarrolla su programa nuclear y llama a borrar a Israel del mapa. Y en aquellos desafortunados lugares donde tuvieron lugar actos eleccionarios, los islamistas barrieron las urnas, a caballo del resentimiento popular contra Estados Unidos, Israel y el Oeste”, sacudió Newsweek desde su página editorial.

Pero según la revista, Bush está muy tranquilo. Para Bush, la guerra muestra quién es quién. A nadie le quedan dudas dónde están los terroristas. No se podrá sancionar a Hezbolá porque no es un país, pero sí se puede aislar a Siria y a Irán. El mundo está de su lado. Israel es un ejemplo. Putin entiende de terrorismo porque tiene a Chechenia. Japón sabe lo que es sentirse amenazado. Francia, finalmente, tendrá que salir de su cómoda neutralidad y hacerse cargo de su responsabilidad histórica en el Líbano. Tendrá que aportar las tropas de la fuerza de paz. Turquía también puede hacer más: que mande tropas islámicas para reforzar el perfil multinacional. Jordania y Egipto siguen firmes, aunque cada tanto tengan que pedirle a Israel un poco de moderación. Tony Blair es prácticamente un amigo. ¿Acaso no le habían pedido una coalición?

Que prosiga, entonces, la destrucción de Hezbolá y que los verdaderos responsables se hagan cargo del daño colateral. El viejo cowboy no se hace demasiado drama. Come pochoclo con coca light en la suite privada del avión presidencial mientras repasa para el corresponsal de Newsweek sus logros en el manejo de esta crisis externa. “El conflicto actual es doloroso y trágico. Pero es también una oportunidad para grandes cambios en la región”, se entusiasma. Todo marcha ok en América latina. Bush se está ocupando de Medio Oriente.

© 2000-2006 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-70690-2006-07-30.html



Israel se reagrupa y ataca por aire

HEZBOLA AMENAZA LLEVAR LA GUERRA AL SUR DE HAIFA

Mientras Condoleezza Rice regresó a la región para armar e impulsar una negociación, el ejército israelí bombardeó 60 objetivos de la milicia chiíta, cuyo líder Hassan Nasralá amenazó con lanzar más cohetes de largo alcance y dijo que su fuerza está intacta. Ayer murieron otros 14 civiles en el Líbano y 2 guerrilleros en Gaza.

Domingo, 30 de Julio de 2006

Israel se vio obligado a retirarse ayer de la ciudad libanesa de Bint Jebel, al tiempo que prosiguieron los bombardeos aéreos contra distintos objetivos de Hezbolá. En el plano diplomático, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, regresó a la región para impulsar un plan de paz e Israel rechazó un pedido de la ONU de una “tregua humanitaria” para hacer llegar asistencia a miles de civiles atrapados en el sur del Líbano.

La retirada de la sureña localidad libanesa de Bint Jebel tras una semana de choques con Hezbolá reveló las dificultades israelíes para empujar hacia el norte a la guerrilla con ofensivas terrestres. Las fuerzas israelíes habían lanzado su fallida ofensiva para conquistar esa ciudad el 23 de julio, en un intento por privar a Hezbolá de su principal bastión en el sur del Líbano. Sin embargo allí sufrieron su peor golpe, cuando el miércoles pasado murieron catorce soldados en una emboscada, lo que llevó a las autoridades militares israelíes a limitar las ofensivas terrestres al pueblo tomado de Maroun al Ras, e intensificar los ataques aéreos en todo el Líbano.

En este sentido, la aviación israelí informó que lanzó más de 60 ataques aéreos contra distintos objetivos de la milicia chiíta, entre ellos 37 edificios usados por Hezbolá como cuarteles o arsenales. Dos de los bombardeos destruyeron el puente sobre el río Orontes, en el valle de la Bekaa, cerca de la frontera con Siria, con lo que la ciudad libanesa de Hermel quedó aislada del resto del país. Al menos doce civiles murieron en los bombardeos, entre ellos una mujer y sus cinco hijos, fallecidos bajo los escombros de una casa de tres pisos atacada en la localidad de Nabatiyeh, centro del Líbano, y seis civiles más en otro bombardeo en Ain Arab, en el sureste del país.

Mientras continuaban los combates, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, llegó otra vez a Medio Oriente con un paquete de propuestas para terminar con las hostilidades. El plan de Rice busca un acuerdo internacional en torno de una fuerza multinacional bajo mandato de la ONU que pueda ser desplegada en el sur del Líbano. También propone desarmar a Hezbolá e integrar su brazo armado al ejército libanés, un compromiso para resolver el estatus de un pequeño territorio ocupado por Israel y reclamado por el Líbano, establecer una zona vedada en el sur del Líbano, que Hezbolá libere a los soldados israelíes que mantiene de rehenes y un plan para reconstruir el Líbano. La funcionaria estadounidense se reunió ayer por la noche en Jerusalén con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, para discutir estas medidas y hoy planeaba mantener encuentros con otros ministros israelíes, entre ellos el de Defensa, Amir Peretz.

Uno de los temas que más preocupan a la comunidad internacional es el humanitario. Israel rechazó un pedido de la ONU de aceptar una tregua de tres días para hacer llegar asistencia humanitaria a miles de civiles atrapados en el sur del Líbano y para evacuar a los heridos. “No hay ninguna necesidad de una tregua temporal de 72 horas, porque Israel ya abrió corredores humanitarios hacia y desde el Líbano para que ingrese la asistencia y se evacue a extranjeros”, dijo el vocero del gobierno israelí Avi Pazner. En una rápida reacción, el gobierno libanés condenó la negativa israelí a aceptar la tregua y la calificó como un “crimen contra la humanidad”.

Por su parte, Hezbolá siguió amenazando a su enemigo Israel. El líder de la milicia fundamentalista, Hassan Nasralá, dijo ayer que atacará las ciudades del centro de Israel si ese país continúa su agresión contra el pueblo libanés, después de haber disparado el viernes cinco misiles tierra-tierra contra Afula, a unos 50 kilómetros de la frontera. “Afula es sólo el comienzo. Muchas ciudades del centro (de Israel) serán blanco de nuestro ataques si prosigue la agresión contra nuestro pueblo”, dijo Nasralá, quien también criticó el regreso de Rice a Medio Oriente. “Riceregresa a imponer condiciones al Líbano en el marco de su plan sobre el nuevo Medio Oriente”, declaró en la emisora de su partido, Al Manar.

Nasralá también aseguró que Israel no logró ningún objetivo militar en el Líbano. “Todo lo que pudo hacer el enemigo fue destruir las infraestructuras del país. Esas no son realizaciones militares, eso es salvajismo –aseguró el dirigente–. Si vemos hoy intentos de encontrar una solución a la crisis es a causa de la gloriosa resistencia de Hezbolá y del pueblo libanés.”

El otro frente de guerra también estuvo activo ayer. Israel bombardeó la Franja de Gaza y envió tropas a una parte de la región de donde acababa de retirarlas, en el marco de una ofensiva para rescatar a un soldado capturado y que ya dejó casi 150 palestinos muertos en un mes. Además, un supuesto jefe militar del movimiento Yihad Islámica y otro miembro de un grupo armado fueron muertos por soldados israelíes en Nablus, en el norte de Cisjordania. En tanto, el presidente palestino, Mahmud Abbas, volvió a pedir la liberación de palestinos presos en Israel y dijo que su excarcelación no puede condicionarse a la liberación del soldado israelí, en poder de facciones distintas del partido de Abbas.

© 2000-2006 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-70689-2006-07-30.html



Sobrevuela el Líbano el fantasma
del estallido de otra guerra civil

La historia reciente del sufrido país muestra cómo se logró un delicado equilibrio, ahora quebrado, entre los distintos grupos étnicos que lo forman.

Por Mercedes López San Miguel
Domingo, 30 de Julio de 2006

El fantasma de una guerra civil sobrevuela el Líbano, un país con una historia de violentas divisiones. En la actual guerra con Israel, Hezbolá –aliado con Siria y declarado enemigo de Tel Aviv– se ganó el status de fuerza combatiente de vanguardia de los islamistas radicales, pero también agitó los antagonismos en el Líbano.

El gobierno de Fuad Siniora es blanco de críticas por no haber podido desarmar a la guerrilla, que controla el sur libanés. Pero es sabido que un abrupto desarme podría provocar la reacción de los chiítas, ya que muchos ven en Hezbolá su principal voz política y a sus milicianos como sus defensores –herederos del prestigio ganado durante las dos ocupaciones previas de Israel al sur libanés–. Más aún: que el costo de la guerra recaiga en gran medida sobre la población civil chiíta, con cientos de muertos y casi un millón de desplazados, no hace más que complicar la situación interna, marcada por un delicado equilibrio político entre las distintas etnias. Además, este conflicto perjudicará el turismo por años, y el daño a la infraestructura en el sur es catastrófico.

La guerra civil entre 1975 y 1990 dejó centenares de miles de muertos –300 mil según algunos historiadores–; los atentados eran moneda corriente entre distintas facciones cristianas y musulmanas. Las tropas sirias llegaron al Líbano en 1976 por mandato de la Liga Arabe para interponerse entre las facciones combatientes. Bajo la mediación siria se alcanzó un acuerdo para un sistema de representación proporcional de repartición del poder bajo puntos de vista confesionales. Ahora hay 18 comunidades religiosas reconocidas. Cerca del 60 por ciento de los habitantes son musulmanes y entre ellos los chiítas son mayoría. Entre el 40 por ciento cristiano dominan los maronitas. Según los acuerdos de paz, el presidente del Estado debe ser siempre maronita, el primer ministro sunnita y el presidente del Parlamento chiíta.

Pero el atentado al ex premier Rafik Hariri en febrero de 2005 reavivó los temores de la fractura libanesa. La oposición acusó al gobierno de ser pro-sirio y a Siria de estar detrás del atentado. Hariri había abandonado el gobierno en octubre de 2004 por desacuerdos con el presidente Emile Lahoud. En las calles llamaron a la dimisión del gobierno pro-sirio y la retirada de las tropas de Damasco.

Luego, el país permaneció acéfalo tras la renuncia de su premier Omar Karami y con un vacío de poder tras el repliegue de las 14 mil tropas sirias. Le siguió en junio de 2005 el triunfo en las parlamentarias de una coalición de partidos anti-Siria encabezada por el sunnita Saad Hariri, el hijo del asesinado padre. Por primera vez desde la finalización de la guerra civil el Parlamento era dominado por una alianza anti-siria. Fue el nacimiento de la llamada Revolución de los Cedros, el primer modelo en Medio Oriente de una democracia tutelada por Estados Unidos bajo el mandato de George W. Bush. Pero también Hezbolá había obtenido una importante victoria en el sur libanés. Hezbolá y su aliado chiíta Amal habían triunfado en la segunda etapa de las legislativas.

La guerra en la frontera con Israel puede conducir al siguiente cuadro de situación: la posibilidad de una mayor tensión confesional y sectaria –los hechos en Irak son un referente próximo–, una mayor influencia siria en detrimento del poder del gobierno y ejército libanés. Y más sufrimiento para sus habitantes.

© 2000-2006 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-70691-2006-07-30.html



Brasil sufre las bombas que caen sobre el Líbano

El canciller Amorim condujo la operación de rescate para los brasileños atrapados en la guerra. Se valió del sólido vínculo bilateral con Siria. En las marchas se habla de la Triple Frontera.

Por Darío Pignotti
Desde San Pablo, Domingo, 30 de Julio de 2006

Las consignas propaladas por dos altoparlantes en repudio de la “masacre israelí contra el pueblo libanés” no mudaron la rutina de los cuatro jubilados que, como cada tarde, jugaban damas en la plaza Padre Bento, barrio paulista de Bras. En ese enorme bazar a cielo abierto, no muy distinto al Once porteño, conviven comerciantes y vendedores ambulantes brasileños, libaneses, sirios, chinos y bolivianos.

El sheik Feres Fares, se aparta unos metros del bullicio para explicar a Página/12 por qué las tiendas árabes del Bras colgaron una cinta negra y cerraron sus puertas el viernes a la tarde. “Es en señal de luto por la matanza que sufren nuestros hermanos. Somos una colectividad muy numerosa y pacífica pero queremos hacer ver nuestro descontento. Somos más de 10 millones de libaneses y descendientes en todo Brasil, San Pablo es la ciudad más grande del Líbano. Para Brasil es muy importante lo que ocurre en nuestra tierra.”

En la madrugada de ayer aterrizó en San Pablo un avión de la compañía TAM con 237 pasajeros, lo que llevó a cerca de 1000 el número de refugiados llegados a Brasil. “En estos momentos hay más de 100 mil brasileños viviendo en el Líbano y ya nos han matado a 7 desde el 12 de julio (inicio del conflicto). Si no se para este genocidio más brasileños morirán”, dice Fares.

El sheik agradece la “buena voluntad del gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para prestar socorro a las víctimas y buscar que Israel los deje salir sin atacarlos”. Ante la gravedad de la situación el ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, llegó hasta la zona del conflicto para acompañar personalmente la repatriación. El canciller permaneció hasta el viernes en Adana, ciudad turca desde cuyo aeropuerto partieron las naves de la fuerza aérea brasileña.

Amorim negoció ante las autoridades de Tel Aviv garantías para los convoyes que partieron desde el valle del Bekaa, oeste libanés, hacia Siria, país que mantiene buena sintonía diplomática con Brasil desde que hace dos años fuera visitado por Lula pese a que, por entonces, ya había sido tipificado como una amenaza para la paz por los Estados Unidos. Antes de llegar a Turquía el canciller brasileño también mantuvo contactos con la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, para ponerlos al corriente de la suerte de la mayor colectividad latinoamericana en el Líbano.

En Brasilia, voceros del Palacio de Itamaraty reconocieron que puede haber miles de personas que todavía no han podido tomar contacto con la embajada en Beirut por encontrarse en zonas aisladas. De allí que la misión de ayuda brasileña tenga previsto seguir actuando por varias semanas en la región, no sólo para labores de rescate sino también para enviar medicamentos y víveres a quienes decidan permanecer en el Líbano.

Enfundado en una chilaba (camisola hasta los pies) blanca, el sheik Fares insiste en que la prioridad es frenar la escalada de violencia. “Infelizmente lo que ocurre es que todo el mundo está cansado de la guerra. También Israel está cansado de ser atacado por Hamas y por Hezbolá. Pero eso no excusa lo que están haciendo en Líbano, donde no hay una guerra sino un enfrentamiento entre el quinto ejército mundial y una milicia.”

Los viejitos siguen jugando damas, otros a la canasta en las mesas de concreto junto al palco improvisado por los libaneses. Uno de ellos se acerca al reportero para avisarle: “Nosotros somos católicos apostólicos romanos”, y señala una capilla frente a la plaza. Cuando se le pregunta qué opina de la manifestación, responde que no le gustan los actos políticos, “pero como cristianos no queremos la guerra”. Entre los manifestantes reunidos en el barrio Bras, a una cuadra de la Mezquita do Pari, hay mujeres con el velo musulmán y jovencitas de cabello suelto y remeras que junto a la inscripción “Made in Israel” muestran fotos de víctimas civiles. Las reacciones son dispares entre los activistas cuando el tema es Hezbolá. Nadie critica abiertamente a la organización shiíta establecida en el sur del Líbano, pero hay quienes refieren a la inconveniencia de haber “provocado” a Israel con el secuestro de dos de sus soldados. Cuando se pregunta si Hezbolá es una organización terrorista, dado que ataca poblaciones civiles de Israel, todos rechazan la idea.

Hassan Alí, militante de la juventud musulmana, es taxativo. “Será que defender su propia tierra es ser terrorista, será que proteger a su pueblo es ser terrorista. Creo que terrorista es Bush que está financiando a Israel para que mate a nuestros niños.”

Para Hassan Alí por detrás de la “demonización” de Hezbolá está la mano de los Estados Unidos, un país interesado en “militarizar la Triple Frontera” bajo el pretexto de que allí hay un nido de terroristas. La iniciativa, recordó Alí, recobró fuerza días atrás cuando congresistas de los EE.UU. llevaron a Bush la iniciativa de crear una fuerza multinacional bajo la égida de la OEA, según informes publicados en la prensa local.

“El señor Bush quiere una excusa para ocupar militarmente la Triple Frontera, diciendo que hay una base del terrorismo internacional metida entre la población árabe que allá vive”, dijo Alí.

© 2000-2006 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-70693-2006-07-30.html



Errores

Por Juan Gelman
Domingo, 30 de Julio de 2006

La ONU advirtió 10 veces en el lapso de 6 horas al alto mando israelí sobre el peligro que corría un puesto de cascos azules en la zona del sur del Líbano que su fuerza aérea bombardeaba intensamente el miércoles 25 (El País, 27/7/06). Los militares de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) prometieron cesar el fuego, pero una cosa son palabras y otra, hechos: un misil de precisión made in USA mató a 4 efectivos desarmados de la Finul (Fuerza Interina de la ONU en el Líbano). ¿Serían terroristas? El puesto de observación estaba perfectamente identificado y era perfectamente identificable. Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas, consideró que el ataque israelí fue “aparentemente deliberado” y lo calificó de “trágico asesinato”. Para el primer ministro Ehud Olmert, se trató de “un error”.

Claro que hay errores y errores. Unos días antes de esas muertes, personalidades destacadas de Israel celebraron en Jerusalén el 60 aniversario de... un acto terrorista: la voladura parcial del Hotel King David el 22 de julio de 1946. Palestina era entonces un protectorado inglés, en un ala del hotel residía el alto mando militar británico y el atentado fue obra de la Irgun. Menahem Begin, jefe de esa organización judía, siempre adujo que era un luchador por la libertad de su país, no un terrorista, porque, entre cosas, nunca había perjudicado a civiles. Pero en ese atentado –aprobado por Ben Gurion– murieron 28 británicos y 63 civiles, 41 árabes, 17 judíos y 5 de otras nacionalidades. Ningún gobierno de Israel lo ha condenado hasta el presente. Antes, por el contrario.

Los que homenajearon el atentado “asumen que un luchador por la libertad es una buena persona y que un terrorista es una mala persona –señala Tom Segev en el diario israelí Ha’aretz (23/7/06).

Casi todo terrorista se autodefine como un luchador por la libertad y viceversa: los luchadores por la libertad son calificados de “terroristas”. Agrega que el ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu afirmó en la ceremonia que “la diferencia entre una operación terrorista y una acción militar legítima se expresa en el hecho de que los terroristas tratan de dañar a los civiles, mientras que los combatientes legítimos tratan de evitarlo”. La captura de soldados israelíes por Hamas y Hezbolá sería entonces legítima. Y ni los 800.000 civiles libaneses obligados a huir de sus hogares ni, si pudieran hacerlo, los 400 civiles libaneses muertos ni los palestinos que las FDI siguen matando en la Franja de Gaza pensarán que los ataques israelíes contra la población entran en la categoría “acciones militares legítimas”. La historia de las FDI está plagada de “errores”.

El fusilamiento de 200 civiles palestinos contra los muros del cementerio de Tantura el 15 de mayo de 1948, cuando una guerra aseguraba el establecimiento del Estado de Israel, sería entonces un error. Otro, la matanza de más de 100 civiles palestinos en Deir Yassin, el 9 de abril de 1948. Otro más, la demolición de la aldea de Qibya y la muerte de 70 civiles palestinos por efectivos al mando del ex primer ministro Ariel Sharon el 14 de octubre de 1953. O la matanza de 48 árabes –incluidos 6 mujeres y 23 menores de 8 a 17 años– en la aldea árabe-israelí de Kafr Qasim el 29 de octubre de 1956. O la de 140 refugiados palestinos y 135 habitantes locales desarmados de Khan Yunis en Gaza el 3 de noviembre de 1956. Y otro error, el asesinato inconcebible de 1500 a 3500 refugiados palestinos en Sabra y Chatila, perpetrado por milicias de cristianos maronitas el 16 de septiembre de 1982 al amparo de las tropas israelíes que habían rodeado los dos campos, ubicados en territorio libanés. Y aun otro, el ataque de artillería del 18 de abril de 1996 contra la sede de los Cascos Azules en Qana, al sur de Tiro, donde se habían refugiado unos 800 civiles libaneses de los que 106 dejaron de vivir.

La ocupación israelí del sur del Líbano de 1982 al 2000 dio nacimiento a la guerrilla de Hezbolá, que combatió y echó al ocupante. Aplicando la teoría de Netanyahu, Hezbolá, como el Irgun judío, podría considerarse una organización que lucha por la libertad contra un Estado terrorista. Cabe aclarar que Hezbolá es además un movimiento político y social que ocupa el 18 por ciento de las bancas del Parlamento libanés y dos ministerios en su gobierno, que sostiene una red de escuelas y hospitales y que desarrolla numerosos proyectos microeconómicos y de infraestructura destinados a reconstruir el Líbano después de esa primera ocupación. Los bombardeos han logrado que el 96 por ciento de chiítas, el 73 por ciento de sunnitas, el 55 por ciento de cristianos y el 40 por ciento de drusos del Líbano aprueben el secuestro de soldados israelíes, según una encuesta que el Centro de Investigaciones e Información llevó a cabo en Beirut.

La muerte de civiles israelíes por atentados suicidas –a los que Israel supo ponerles coto– y la muerte de decenas de civiles israelíes por los Katyushas de imprecisión iraníes que arroja Hezbolá sobre Haifa y otras ciudades, son absolutamente repudiables. Pero la desmesurada respuesta de Tel Aviv en Líbano y Gaza tiene otras explicaciones. El profesor Gerald Steinberg, de la Universidad israelí de Bar-Ilan, asegura que “en cierto sentido, la preparación (del ataque al Líbano) comenzó en mayo del 2000, inmediatamente después de la retirada israelí... En 2004 la campaña militar, cuya duración prevista era de tres semanas y que estamos presenciando ahora, ya estaba diseñada y en el último año o dos se simuló y ensayó al otro lado de la frontera (con Líbano)” (San Francisco Chronicle, 21/7/06). Esto arroja ciertas dudas sobre cuál habría sido el verdadero origen del enfrentamiento con Hezbolá que causó la muerte de ocho efectivos israelíes y la captura de otros dos.

“La moral no está de nuestro lado” se titula la columna del profesor de la Universidad de Tel Aviv Ze’ev Maoz que publicó Ha’aretz el 25/7/06. “Esta no es una guerra justa –dice–; Israel usa una fuerza excesiva sin distinguir entre la población civil y el enemigo, cuyo único propósito es la extorsión. Hezbolá cruzó una frontera reconocida por la comunidad internacional. Esto es cierto. Pero nos olvidamos que, desde que nos retiramos del Líbano, la fuerza aérea israelí ha realizado misiones diarias de reconocimiento en el espacio aéreo libanés. Estos vuelos no causaron víctimas, pero las violaciones de frontera son violaciones de frontera. En esto tampoco la moral está de nuestro lado.” Yagil Levy, profesor de la Universidad Ben Gurion del Néguev señala que el ataque al Líbano es un intento de moldear su orden político a la fuerza. “Aunque supongamos que el gabinete (israelí) tenía claro cuál iba a ser el precio que pagaría el frente interno, ha expuesto a la ciudadanía (israelí) a un peligro real por lo que ha sido presentado como una amenaza futura” (Ha’aretz, 24/7/06).

La Casa Blanca no quiere el cese del fuego que reclaman algunos –pocos– gobiernos europeos, la ONU y la opinión pública internacional: desea “un nuevo Medio Oriente” que dijo Bush, siempre en persecución de un planeta dominado por EE.UU. “Nuestro corazón está con el pueblo israelí –certificó la secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice–, que sufre ataques terroristas y (el lanzamiento de) cohetes; estos medios no son aceptables en una sociedad culta” (Clarín, 25/7/06). Tiene razón: para las sociedades cultas del llamado Primer Mundo sólo son medios aceptables las invasiones “preventivas” a países soberanos, la ocupación de territorios ajenos, el asesinato de civiles “por error”. Entre otras cosas.

© 2000-2006 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-70669-2006-07-30.html

0 Comments:

Post a Comment

<< Home